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EL SEXTO MANDAMIENTO Y LA GLÁNDULA PINEAL

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El extraordinario simbolismo fisiológico del ojo de horus


Insertamos para deleite de nuestros lectores algunos trascendentales pasajes introductorios sobre las glándulas endocrinas y su influencia física, psíquica y espiritual, tomados de la obra EL BIORITMO, del Dr. Arnold Krumm Heller.

“En estos últimos tiempos se viene hablando con demasiada intensidad de las glándulas de secreción interna y de su extraordinaria importancia en la vida. Eminentes fisiólogos de fama mundial, desde la altura de sus cátedras, hablan ya de esta significativa influencia y han clasificado a los hombres por un plus o un minus según la ctividad funcional de sus glándulas. Sin embargo, estos estudios se encuentran todavía muy en la infancia y aún sigue en el mayor letargo la solución de este magno problema.

 Una de las obras más recientes sobre esta cuestión, del profesor Boenheim, de Berlín, El Milagro de las Glándulas, ya explica que nuestras diferentes constituciones están en relación con el desarrollo o degeneración glandular de cada uno, obedeciendo siempre a un compás o ritmo.

De este modo, podemos asegurar que los que tengan una especie de superactividad en la glándula tiroides han de resultar de elevada estatura, delgados y enflaquecidos. Su estómago, algo dilatado, deberá ser colgante y las caderas estrechas. Con facilidad han de perder peso y su cabello es escaso, como sucede a los calvos. El corazón les marchará acelerado y serán muy propensos a enojarse fácilmente.

Son al contrario aquellos seres en que la glándula tiroides funciona mal o con poco ritmo, pues deberán estar gruesos y con ese aspecto característico del bon vivant. Ojos pequeños, poca transpiración, encanecimiento prematuro y exceso de arrugas en el rostro. El corazón funcionará con lentitud y deberán sufrir intensamente de frío. Son extremadamente apáticos y nunca se enojan.

Sería muy extenso hacer una descripción apropiada de cada tipo en relación con la hiperproducción y las diversas anormalidades funcionales de sus glándulas. El hecho es que por el estudio de estas propiedades podemos llegar al conocimiento de cuanto somos y, por la observación de nuestro ritmo de carácter, a deducir cuáles de nuestras glándulas predominan. Esta ciencia pudiera ser designada con el nombre de Tixionomía.

Pero lo que más nos interesa y es de mayor notoriedad al objeto de nuestro estudio es el grupo formado por las glándulas sexuales, que son tal vez las de mayor acción endocrina, a causa de sus hormonas de extrema influencia vital y porque conservan un ritmo demasiado importante que hasta hace poco no ha sido descubierto por la ciencia. Tenemos, pues, tres períodos en la vida: el crecimiento del organismo, su mantenimiento y su decadencia hasta la muerte, siendo curioso que las hormonas producidas por as glándulas sexuales proporcionen tan acertadamente las sustancias energéticas necesarias hasta los 23 años, en que generalmente crecemos, hasta los 56, en que nos mantenemos,y hasta la muerte, en nuestro decrecimiento. Knipping ha hecho un estudio de gran interés en que determina que el gasto de calorías se sucede en los mismos periodos de tiempo y establece, en consecuencia, cual Fliess, un ritmo invariable de 23 y 28 -como veremos más tarde-, en tanto que otro ritmo de 33 ha sido descubierto por Judt y por mí.

No por esto vaya a considerarse que cada glándula trabaje aisladamente, sin conexión con las restantes. Cada una de ellas influye sobre las demás; y vienen a ser en conjunto como una cadena de unidos eslabones en un perfecto engarce de armonía. Resulta, pues, que por esta relación reflexiva de mutua influencia, unas mandan sus hormonas a las otras, y las sexuales, sobre todo, son las únicas que proporcionan un principio activo que en cada instante es trasmitido a todo el grupo glandular.

Cuando la ciencia se convenza y admita con nosotros, los Rosa Cruz, la existencia de un cuerpo o vehículo astral y cuando los hombres, convencidos de esta existencia, desarrollen esa ultravisión que denominamos clarividencia, verán entonces que tenemos también una fisiología y una patología astral o semimaterial sin cuyo conocimiento no podremos esperar resultados definitivos en la aplicación de nuestros agentes terapéuticos... Nansen, el gran explorador polar, en su obra Noche y Hielo, llama la atención sobre esta periodicidad misma de 23 y 28 días, y Brehm, el más célebre de los zoólogos, llega a las mismas conclusiones al estudiar la vida de los animales. 

Pero aún más interesantes son las observaciones verificadas en los jardines botánicos. El apuntamiento de los brotes en cada planta, el florecimiento de las rosas, la madurez de los frutes y la abundancia de las cosechas son puntos de observación inequívocos y pruebas concluyentes de la influencia infalible de estas periodicidades.

Y volviendo a la importancia fisiológica de las glándulas sexuales, nos encontramos con la operación de castración, tan conocida desde las más remotas, edades, que consiste en la ablación o destrucción de las genitales (tésticulos, varios), que trae a los animales que la sufren la denominación de capones.

La castración, en los animales que son sometidos a este proceso, produce sensibles cambios en órganos que al parecer son independientes de los que corresponden a la generación. Así, por ejemplo, en los pollos castrados se nota ausencia de cresta y espolones y su plumaje, de raro matiz, no está sujeto a la. muda corriente. 

En los ciervos privados de órganos genitales no se desarrollan los cuernos, y si la operación la han sufrido siendo ya adultos, no los cambian o los pierden en absoluto. 

Los del buey se hacen más idénticos a los de la vaca que a los del toro, y aun el jabalí, si se castra cuando es pequeño, no cuenta jamás con sus característicos colmillos salientes. La carne de todos los animales castrados es más tierna que la de los demás y su fiereza se aplaca dentro de un temperamento más tranquilo. 

Aun más, los animales internados en invernaderos y alimentados con pastaje débil perecen si se les extraen dichas glándulas.

 En nosotros, la supresión de los órganos genitales da origen a un infantilismo tardío y reversivo. En los eunucos se nota una modificación del organismo en cuanto al crecimiento, en su aspecto general, órganos particulares y situación psíquica. Si fueron sometidos al procedimiento antes de la pubertad, se mantiene en ellos un carácter infantil y femenino, no desarrollándoseles los caracteres sexuales secundarios.

Más tarde, encaman un tipo neutro, atrofiado, en el que se conserva un timbre de voz estridente y agudo que, en ocasiones, se torna agrio y discordante. En los castrados prepúberes se nota la falta de evolución de la próstata.

Las manifestaciones psíquicas son del mismo modo cambiadas profundamente. Les falta la energía moral, dominando la indolencia y la tristeza. El sujeto se hace suspicaz, receloso, hipócrita y a veces fácil de sugestión. La inteligencia evoluciona escasamente, mostrando un criterio mezquino, con depresión mental que suele degenerar en hipocondría, con tendencia al suicidio. 

Durante la guerra se han hecho innúmeras observaciones sobre este tema en individuos que perdieron sus genitales, notándose en cada caso un evidente y acentuado cambio de carácter. Y es que la función endocrina sufre por esta causa una considerable variación que le hace entrar en una nueva modalidad funcional, transmitiendo su propio defecto o quebrada influencia a todo el organismo, tanto en su parte psíquica como en su parte material, e impulsándolo a un ejercicio anormal de todas sus facultades.  

Desde el punto de vista material, sabemos que la vida en cuanto al metabolismo se desarrolla del siguiente modo: 

Nuestro organismo necesita para su mantenimiento normal determinada cantidad de calor o, como antes decíamos, cierta dosis de calorías. Por caloría se entiende la unida de calor necesaria para elevar en un grado un kilogramo de agua. Estas calorías son suministradas al cuerpo mediante el alimento y ésta es la razón de que la química biológica calcule el valor de los alimentos por las calorías que puedan proporcionar.

Cada trabajo que realizan nuestros órganos, ya sea al exterior, como el caminar, levantar pesos,etc., ya sea al interior, como las funciones de la nutrición, movimiento rítmico del corazón, requiere y nos obliga a una reposición de las calorías gastadas. Es lo mismo que haríamos con la caldera de una máquina de vapor. Pero estas calorías adheridas a los alimentos no se transforman directamente, sino que la grasa, por ejemplo, el azúcar y la albúmina han de sufrir el proceso químico de la oxidación o combustión. De este modo sabemos que un solo gramo de grasa produce 9,3 calorías, mientras que la misma cantidad de azúcar y de albúmina sólo suministra 4,6.

Este acto químico que se realiza en la intimidad de nuestro organismo, llamado combustión, viene a verificarse mediante la acción y fijación del oxígeno y de él necesitamos 4,86 calorías para poder oxidar o quemar un gramo de azúcar o de albúmina.

Desde este- punto de vista puramente material, tendríamos una gran facilidad para formar cuadros sintéticos que nos sirvieran de norma al objeto de regularizar nuestra necesaria producción de calor y así llegaríamos a la resolución de muchos problemas fisiológicos si el cuerpo no fuera más que un simple laboratorio y fábrica en acción. Pero no es así.

En mi "Rexista Rosa Cruz" de febrero de 1929 decíamos, con respecto a esta cuestión, que todavía en las escuelas oficiales no se han citado ciertos órganos productores de calor como son la glándula pineal y el cuerpo pituitario que, como tales glándulas endocrinas y aun siendo dos polos opuestos, regulan en primer término la producción de calor humano que ellas a su vez producen, como resultante o consecuencia de su constante acción y reacción reflejas.

Esto, que tan conocido es en nuestras escuelas Rosa Cruz, arrancó a un querido hermano nuestro, quien se firma con el pseudónimo de Doctor Apócrifo, un artículo titulado Temas Biológicos que fué publicado en la misma revista y que dice así:

 "Habla el maestro Krumm-Heller en su artículo CALOR (número 9 de esta revista) del proceso térmico en nuestra fisiología y señala, como causas ex ciencia, la vida independiente y consciente de las células y el modus operandi funcional de la epífisis y de la hipófisis tan poco conocidas por la ciencia oficial, que sólo acepta lo arcaico catalogado y pone un gesto despectivo para todo aquello cuya demostración está fuera de su alcance experimental. "Y este artículo a que me refiero pone en mi decir algunas sugerencias sobre el tema”.

"Si la biología es la ciencia de la vida o, más bien, la ciencia que estudia especialmente las leyes de la vida, es, tras esas mismas leyes, donde el investigador, el científico, ha de encontrar la causa génesis de una multitud de fenómenos que van y vienen por nuestro organismo sin que hasta ahora se haya podido establecer la menor hipótesis sobre ellos. Y ¿saben los investigadores encontrar el camino de esas leyes? ¿Piensan si aparte de las conocidas por la física, por la química, etc., pueden existir otras no aprisionadas todavía por el ojo investigador? ¿Conocen la elasticidad e importancia de las denominadas de ritmo, de vibración, de polaridad, etcétera?

"Y puesto que de células se trata, veamos un caso minúsculo ya citado por Edison.

"Si destruimos por medio del fuego las estrías que caracterizan la epidermis de nuestros dedos, tendremos que la piel desaparecerá por completo, dejando al descubierto los tejidos. Viene inmediatamente la reacción de la naturaleza y comienza el proceso reconstructivo mientras vamos notando poco a poco que la piel se extiende, crece y forma, con sorpresa nuestra, nuevas estrías absolutamente iguales a las destruídas.

"¿Quién impulsa con entera conciencia y da lugar a este proceso? ¿Quién es el arquitecto director que reedifica y pone piedras justas en el muro desplomado del edificio? ¿Quién, sin previas dimensiones, dibuja una línea igual a otra desaparecida?  

"Es lo cierto, que un mandamiento, una energía creadora, un verbo encarnado en nosotros mismos, pone conciencia y por ello independencia, en esos seres, minúsculos microrganismos vivientes, que se unen en santa ley de amor para especificar cada uno su trabajo armónicamente como en una sinfonía de Wagner, nota a nota, en bien de las bellezas y sostén del conjunto.

"Y si esta es su finalidad, ¿cabe dudar que al reconstruir, al nivelar la vida del edificio hombre, produzcan el calor y regulen la función térmica para proporcionar la vitalidad necesaria?"

"Cuándo se verá en esa gran familia celular, como en un espejo, el mismo mandamiento, la misma energía atractiva, el mismo verbo de amor que encarnan los infinitos mundos, los inmensos sistemas estelares... !"

"Por otra parte, observamos que la fisiología está en su infancia. Todavía no sabemos nada o sabemos bien Poco de las funciones misteriosas de las glándulas endocrinas, de sus secreciones y de ciertos centros nerviosos con posibilidades sorprendentes, como es el plexo solar, llamado en la ciencia hermética Cerebro de Emociones."

"Desgraciadamente, es cierto que existen todavía médicos que no sólo desconocen las funciones de la epífisis y de la hipófisis, sino que llegan a confundir una glándula con otra."

"No tratamos aquí de definir, puesto que no hablamos para profanos. Tan sólo nos limitaremos a rozar ciertas particularidades de ambos órganos relacionados con la filosofía oriental y muy particularmente con nuestra escuela Rosa Cruz."

"Aunque cada glándula directora del metabolismo en general cuenta con otras de menor importancia en relación con la economía, nos basamos en siete centros o nadis (la epífisis, la hipófisis, la tiroides, los cuerpos epiteliales, el timo, los riñones suplementarios, las glándulas sexuales), reconociendo como más importantes las cápsulas suprarrenales con sus formas de media luna y de pirámides, la epífisis y la hipófisis."

"Parece ser que en este centro suprarrenal radica la verdadera función de la ley de ritmo que, manejada al modo de los Rosa Cruz y de manera normal y especial, abre la ventana suprema que da acceso al campo psicométrico de la cuarta dimensión."

 "El cuerpo pituitario y la glándula pineal, aunque antagónicos, son dos órganos verdaderamente enlazados por su función y se complementan fisiológicamente en su constante acción y reacción, ida y venida, proceso constructivo y destructivo celular”.

"Parece ser que el cuerpo pituitaria se dé la mano con la glándula pineal por medio de un canalillo o capilar sutilisimo, acentuado más principalmente en el hombre, que queda imperceptible o se encuentra ya destruído en los cadáveres."

"Según la ciencia oriental, es una afirmación que las vibraciones provocadas sobre la hipófisis despiertan las funciones de la pineal y viene a ser la primera como la hebra conductora de luz que encienda la segunda. "Pero la pineal, ¿no guarda una relación directa con el útero y la trompa de Falopio? ¿Y las hormorsas hipofisiarias no regulan y despiertan la hiperfunción uterina y pineal?"

"Hay en todo esto un hondo misterio oculto aún para la ciencia de Occidente, que no ha podido prever las relaciones tan directas de capital importancia que la pineal pueda tener con las glándulas sexuales."

"La pineal (¿pene-al?), por la aseveración de nuestra escuela y de las iniciáticas antiguas, no es más que el tercer ojo - tan conservado aún en los lacértidos- dormido en la humanidad actual que una vez despierto por las prácticas Rosa-Cruz, es la clave mágica que hace caer el velo de Isis que oculta a nuestra depauperada retina el campo trascendente del Ultra..."

“Búsquese la relación entre este cuerpo glandular y los órganos sexuales. Interprétese el sexto mandamiento y acaso el Génesis, con su alfa espermática, de la última palabra sobre el tema”.